Una fractura de rodilla es una lesión que afecta a uno o más de los huesos que forman la articulación: el fémur, la tibia, el peroné y la rótula. Estos huesos pueden romperse por diferentes causas, como caídas, accidentes de tráfico, golpes o práctica deportiva. En este artículo te explicamos cómo identificar una fractura de rodilla y qué hacer en caso de sospecharla.
Síntomas de una fractura de rodilla
Los síntomas más comunes que pueden indicar una fractura de rodilla son los siguientes:
- Dolor intenso en la articulación, que se puede irradiar a otras zonas de la pierna.
- Hinchazón e inflamación de la rodilla, que puede provocar moretones o hematomas.
- Limitación del movimiento de la rodilla, con dificultad o imposibilidad para extender o flexionar la pierna.
- Deformidad o acortamiento de la pierna afectada, que puede ser evidente o sutil.
- Incapacidad para caminar o apoyar el peso sobre la pierna lesionada.
Estos síntomas pueden variar según el tipo y la gravedad de la fractura, así como según las posibles lesiones asociadas que puedan afectar a los ligamentos, los meniscos o el cartílago de la rodilla.
Pruebas diagnósticas para confirmar una fractura de rodilla
Si presentas alguno de estos síntomas, debes acudir a un centro médico especializado en traumatología y cirugía ambulatoria como Centro Medici, donde te realizarán una valoración completa y las pruebas necesarias para confirmar el diagnóstico. Estas pruebas pueden incluir:
- Radiografía: es la prueba inicial e imprescindible para detectar la fractura y ver su localización, extensión y desplazamiento. Se suele realizar en dos proyecciones: anterior y lateral.
- Tomografía computarizada (TAC): es una prueba complementaria que permite obtener imágenes tridimensionales del hueso y planificar mejor la cirugía en caso de ser necesaria.
- Resonancia magnética (RM): es una prueba que se utiliza para descartar o confirmar lesiones en las partes blandas de la rodilla, como los ligamentos, los meniscos o el cartílago.
Tratamiento de una fractura de rodilla
El tratamiento de una fractura de rodilla depende del tipo y la gravedad de la lesión, así como del estado general del paciente. Las opciones terapéuticas son las siguientes:
- Tratamiento conservador: se aplica en las fracturas sin desplazamiento o con un desplazamiento mínimo que no compromete la estabilidad ni la función de la rodilla. Consiste en inmovilizar la articulación con una férula o un yeso durante unas semanas y evitar el apoyo sobre la pierna afectada. Se puede complementar con medicación antiinflamatoria, hielo local y fisioterapia dirigida.
- Tratamiento quirúrgico: se indica en las fracturas con desplazamiento significativo o que afectan a la superficie articular. Consiste en realizar una osteosíntesis, que es una técnica que permite fijar los fragmentos óseos con placas, tornillos, clavos o alambres. El objetivo es restaurar la anatomía y la función de la rodilla y prevenir complicaciones a largo plazo, como la artrosis.
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