Un fluido dulzón compuesto de lactosa (que aporta energía), proteínas como la caseína y grasa “sana” para crecer y desarrollar la inteligencia. Así se podría describir la leche materna. Consumirla nada más nacer pueda aportar importantes beneficios para la salud no solo durante la infancia, sino también al alcanzar la vida adulta, según revelan los últimos estudios médicos.
Protección frente a invasores. La leche materna está repleta de oligosacáridos (HMO, por sus siglas en inglés), apodados como la “fibra” de la leche humana debido a que, al no existir de enzimas que permitan despedazarlos en el estómago, llegan intactos al intestino. De hecho, son los microbios intestinales los que rompen estas moléculas en pequeños fragmentos -ácidos grasos de cadena corta- que las bacterias “buenas” del digestivo utilizan para obtener energía. En las tripas de los neonatos, este proceso mantiene activo a un ejército de microorganismos protectores que actúa como barrera ante patógenos invasores causantes de diarreas y enfermedades gastrointestinales más graves como el cólera, así como de infecciones respiratorias.
Menos cáncer. Un trago diario de leche materna en los primeros meses de vida reduce el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer infantil, entre ellos la leucemia, la enfermedad de Hodgkin o el neuroblastoma, todos bastante agresivos. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Journal of Human Lactation, este efecto anticancerígeno se debe, por un lado, a la presencia de una sustancia llamada TRAIL o inductor de la apoptosis. Además, investigadores de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) han identificado una alfa-lactalbúmina apodada HAMLET que, cuando entra en contacto con ácido oleico -presente en el estómago de los recién nacidos-, se convierte en un veneno letal para las células tumorales y les obliga a suicidarse.
Salud mental. La leche humana es un antídoto contra la agresividad, la depresión, la ansiedad, la timidez extrema y las conductas delictivas. Al menos esa es la conclusión a la que ha llegado la investigadora australiana Wendy Oddy tras realizar un seguimiento a centenares de niños que consumieron leche materna durante los primeros meses de vida y a otros que nunca la habían probado. Por si fuera poco, otro estudio dado a conocer en Archives of Disease in Childhood sugiere que alimentarse a partir de leche materna durante 16 semanas reduce en un 30% el riesgo de tener problemas del comportamiento a partir de los cinco años, concretamente las dificultades para socializar, la hiperactividad, los problemas emocionales y la tendencia a contar mentiras.
Freno al virus del sida. Más del 15% de las nuevas infecciones anuales del virus del sida afectan a niños. Y se calcula que, sin tratamiento, solo un 65% de los bebés infectados sobrevive a su primer cumpleaños. Sin embargo, en los críos alimentados con leche materna estas estadísticas no se cumplen. Según acaba de demostrar un estudio de la Universidad de Carolina del Norte publicado en la revista PLoS Pathogens, se debe a que la leche materna humana aniquila sin piedad al VIH.
Fuente: muyinteresante.es