La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurológico crónico, neurodegenerativo e invalidante que padecen más de 160.000 personas en nuestro país, en hasta un 10% de los casos en fase avanzada. Una enfermedad que, además de por el deterioro cognitivo, se caracteriza fundamentalmente por los problemas motores, caso de los típicos temblores y de la dificultad para caminar.
Pese a ello hasta un 75% de los afectados también presenta problemas gastrointestinales, sobre todo estreñimiento. Los expertos se preguntaron si existía una relación entre estos trastornos motores y digestivos, y todo parece indicar que sí.
Un estudio dirigido por investigadores del Instituto Tecnológico de California en Pasadena muestra que la composición de la flora intestinal condiciona la gravedad de los síntomas motores asociados al Parkinson.
«El intestino es la residencia permanente de una comunidad diversa de bacterias beneficiosas –y en algunos casos, dañinas– que juegan un papel importante en el desarrollo y función de los sistemas neurológico e inmune. Y en este contexto, hay que destacar que hasta un 70% de todas las neuronas que se encuentran fuera del cerebro o de la médula espinal, o lo que es lo mismo, en el sistema nervioso periférico, se localizan en el intestino, así como que el sistema nervioso intestinal se encuentra directamente conectado con el sistema nervioso central a través del nervio vago», comentó Sarkis Mazmanian, director de esta investigación.
«Dado que, por una parte, los problemas gastrointestinales suelen preceder en varios años a los síntomas motores y, por otra, la mayoría de los casos de Parkinson están causados por factores ambientales, nuestra teoría es que las bacterias de la flora intestinal contribuyen a la enfermedad», explicó.
Para llevar a cabo el estudio, los autores emplearon un modelo animal –ratones– genéticamente manipulado para producir grandes cantidades de alfa-sinucleína, proteína cuyos agregados en las células tanto intestinales como, sobre todo, cerebrales constituyen una de las peculiaridades distintivas del Parkinson. El resultado es que los animales desarrollaron algunos síntomas motores típicos de la enfermedad en humanos.
«Este fue el momento eureka. Todos los ratones eran genéticamente idénticos y producían un exceso de alfa-sinucleína. La única diferencia era la presencia o ausencia de la flora intestinal. Y una vez que eliminas este microbioma, los ratones tienen unas habilidades motoras completamente normales, incluso con una producción excesiva de alfa-sinucleína», explicó Timothy Sampson.
«Los tres rasgos distintivos del Parkinson habían desaparecido en los modelos libres de bacterias. Estamos prácticamente seguros de que las bacterias intestinales regulan los síntomas de la enfermedad, e incluso que son necesarias para que aparezcan. Por tanto, queríamos saber cómo ocurre esto», indicó Timothy Sampson.
El resultado es que la dieta con ácidos grasos de cadena corta provocó que los ratones libres de bacterias padecieran los síntomas motores del Parkinson y la agregación de alfa-sinucleína en regiones cerebrales ligadas a la enfermedad.
«Nuestros hallazgos sugieren que los cambios en la flora intestinal son, muy probablemente, más que una mera consecuencia del Párkinson. Es un descubrimiento muy provocador que debe ser profusamente evaluado, pero el hecho de que al trasplantar el microbioma de humanos a los ratones se transfieran los síntomas sugiere que las bacterias juegan un papel clave en la aparición de la enfermedad»; comentó.
«El tratamiento convencional para muchos trastornos neurológicos consiste en hacer llegar un fármaco al cerebro. Sin embargo, el Parkinson no está causado solo por cambios en el cerebro, sino también en la flora intestinal, por lo que habría hacer llegar fármacos también al intestino, lo que es mucho más fácil de hacer», continuó.
«Estos fármacos podrían ser diseñados para modular los niveles de ácidos grasos de cadena corta, transportar probióticos beneficiosos o eliminar los microorganismos dañinos. Se trata de un nuevo concepto que podría conllevar el diseño de nuevas terapias más seguras y con menos efectos secundarios que las actualmente disponibles», concluyó.
Fuente: hechosdehoy.com