Es importante concienciarse de que uno de los principales enemigos de la salud cardiovascular es el sedentarismo. “Adoptar hábitos de vida, como utilizar las escaleras en vez del ascensor o hacer trayectos a pie con regularidad, supone una muy buena base. Caminar a buen ritmo durante 30 o 60 minutos tres veces por semana es un excelente ejercicio físico. Se debe adaptar la actividad física a los gustos, posibilidades horarias y estado físico de cada persona”, comenta David Crespo, miembro del Grupo de Trabajo de Cardiología Clínica de la Sociedad Española de Cardiología Pediátrica y Cardiopatías Congénitas (Secpcc).
Dicho esto, “los deportes más cardiosaludables -siempre practicados con regularidad y un adecuado entrenamiento- son los que tienen un componente dinámico alto y estático bajo, como por ejemplo: tenis, carrera de media o larga distancia o hockey sobre hierba”, indica el experto.
En palabras de Luis Serratosa, jefe del servicio de Medicina Deportiva del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, “está sobradamente demostrado que las especialidades deportivas que producen mayores beneficios en la prevención de enfermedades cardiovasculares (de forma especial en la cardiopatía isquémica) son aquéllas en las que se mueven grandes grupos musculares, durante tiempo prolongado y con intervención predominante del metabolismo aeróbico (carrera de resistencia, natación, ciclismo, remo, etc.)”.
De acuerdo con los resultados de algunos estudios realizados en deportistas de nivel internacional, dice Serratosa, los que presentaban una mayor esperanza de vida eran los que habían competido en especialidades de resistencia. Esa mayor esperanza de vida estaba relacionada con una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares.
De todas formas, en los últimos años también se han demostrado beneficios cardiovasculares derivados de la práctica de actividades deportivas de menor intensidad (golf, yoga, etc.), así como de actividades con predominio de ejercicios de fuerza (con pesas o el propio peso corporal). “Si tenemos en cuenta el resto de aspectos relacionados con la salud física, probablemente los mayores beneficios se obtendrán con la práctica de una actividad deportiva que incluya tanto ejercicio de resistencia como de fuerza”, resume el especialista de Quirónsalud.
Araceli Boraíta, miembro del grupo de Cardiología del Deporte de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), recuerda que todos los deportes en sí mismos nos pueden ayudar a prevenir el riesgo cardiovascular, incluso la esgrima, porque aumenta la coordinación y el tono muscular. También son opciones válidas el golf y la petanca.
Qué quiero conseguir: ¿reducir obesidad, colesterol, tensión o glucosa?
Ahora bien, aconseja la experta de la SEC, hay que preguntarse qué necesito mejorar para reducir mi riesgo cardiovascular.
- Si lo que quiero bajar es el peso corporal porque tengo obesidad, el objetivo es mover la mayor cantidad de músculos de mi organismo (con carrera, bici, golf…) en cinco sesiones semanales a muy baja intensidad, pero de forma muy prolongadas en el tiempo. De esta forma se quema sobre todo grasa.
- Si deseo reducir el colesterol “malo” (el LDL), tengo que practicar deporte aeróbico de intensidad ligera a moderada. Lo ideal sería hacer cuatro o cinco sesiones a la semana durante varios meses.
- Si mi intención es reducir la tensión arterial, la recomendación es el deporte aeróbico de intensidad moderada. A las 12 o 16 semanas empezaré a ver los resultados, pero no hay que abandonar este buen hábito, sino todo lo contrario, incorporarlo a mi vida.
- Si debo bajar la glucosa, se aconseja hacer deporte aeróbico de alta intensidad.
Fuente: cuidateplus.com